martes, 17 de septiembre de 2013

Cicloturista El Infierno

Durante muchas semanas estuve dudando de si participar en esta nueva etapa de la Cicloturista El Infierno, solo decir 210 Kms. ya imponen respeto. Lo cierto es que necesitaba un nuevo reto para completar la temporada y este era lo suficientemente atrayente como para implicarme en los entrenamientos a tope.

Dorsal, camiseta y obsequio finisher
Desde la localidad sevillana de Santiponce partía la marcha, hasta allí me trasladé la tarde anterior para recoger el dorsal y descansar en el Hotel que había concertado la organización. Vaya por adelantado que estos, junto con los voluntarios, han completado una labor estupenda tanto en el previo como a la conclusión. Los temas administrativos siempre contestando rápidos y eficaces, amabilidad absoluta, las indicaciones para seguir la marcha perfectamente colocadas y visibles, los avituallamientos puede que fueran un poco escasos de comida (algunos compañeros así lo comentaron al finalizar la marcha) pero por mi parte poco que objetar porque seguro que con la voluntad que han demostrado el año que viene todo estará aún mejor.


A las 8:45 daba comienzo la marcha con el tramo neutralizado que nos llevaría hasta Guillena (Km. 22) donde daba comienzo el tramo libre. A una media de 32 km/h me da el Garmin que llevamos desde que salimos de Santiponce hasta Guillena. Vamos que me paré a cambiarle el agua al canario antes de la batalla y me metí un calentoncillo para volver.

Mi idea era intentar mantenerme con el grupo de cabeza el mayor tiempo posible, sabía que eso me costaría caro, pero tantos kilómetros solo podrían dejarme muy mermado y siempre peco de atrevido. Pude aguantar con ellos hasta el Ronquillo, ahí ya sabía que estaba pasándome de rosca. En ese momento coger un grupo era fácil ya que se iban descolgando poco a poco integrantes. Con idas y venidas de compañeros se formó un grupo de 10 o 12 que llegamos juntos hasta el primer avituallamiento (km. 65). Ahí unos tomaron la bifurcación para la corta, otros continuaron y algunos paramos a rellenar bidones. Grupeta disuelta. Volví rápido a rodar pero durante 10 kilómetros anduve en solitario, con la referencia a lo lejos de otro joven ciclista de Extremadura y mucho mas a lo lejos parte de los que no pararon a avituallarse. Puse demasiado ahinco para llegar hasta estos últimos, la carretera pasó a ser rugosa, el chaval no iba muy fino y aunque le dije que cogiera rueda para llegar al grupo me dijo que no podía. Le intenté animar pero no pudo seguirme, así que fui avanzando para llegar al grupo de 5.

Mirador de la Loba
Quería llegar hasta ellos y descansar unos kilómetros rodando en grupo pero apenas tuve tiempo. Una vez llegado a ellos casi estábamos en el siguiente avituallamiento y con ello en el comienzo del Puerto de la Loba (km. 85 aprox.) Ellos decidieron parar con lo que seguí mi camino con dos compañeros que salían del avituallamiento. Le pregunté si eran de la zona, uno de ellos si. Mi desconocimiento del terreno me tenia en una duda continua de lo que estaba por llegar. El chaval me dijo que iba a disputar la carrera pero que no había tenido buenas sensaciones y se había descolgado. Eran los compañeros idóneos para seguir porque además de conocer el terreno uno de ellos, el otro continuamente te daba la rueda si veía que te quedabas un poco. Un placer rodar con ellos. Superamos el Puerto de la Loba, puerto con descansillos pero hasta ese punto no se había parado de subir desde el kilómetro 0. Junto con un rezagado que alcanzamos, llegamos hasta el avituallamiento del Pantano del Pintado. Ya llevaba en las piernas 105 kms. y sabía perfectamente que había jugado con fuego, el cuerpo iba a decir muy pronto baja las revoluciones.

Comí, bebí, reposté y a seguir la marcha por un terreno pestoso en el que intentamos darnos relevos continuamente. Mis piernas ya estaban avisando que los calambres estaban cerca y aún me quedaban 100 kilómetros uuff. Quería esperar un terreno favorable pero ese terreno nunca llegaba. Lo que si llegó fue el punto de control del km. 130. Allí estaba la sorpresa del día, mi hermano y mi cuñada me esperaban para animarme. Chute de energía total que llegó cuando peor comencé a pasarlo.
Las fotos de abajo inmortalizan el momento, fue comenzar a pedalear y zaasss. Calambrazo que casi me hace caerme porque no podía pedalear y aún no había arrancado. Mi hermano que corría a mi lado casi me tiene que empujar pero logré salir y despacio pasar el repecho que había a la salida de Cazalla de la Sierra.


Los compañeros de grupeta se me fueron y a la vez llegaron los kilómetros mas duros para mi. Apenas podía llevar un ritmo decente, si forzaba un poco aparecían los calambres, si me ponía de pie también, el calor comenzaba a apretar...35 km. que fueron un calvario. Bebí, comí, intenté relajarme y bajar revoluciones pero lo cierto es que en mi mente estaba la subida a Melonares.


Al desviarnos al cruce de Melonares me alcanzó una grupeta de 5 o 6 que me dieron la puntilla. Llevaba una tostada impresionante, el tío del mazo me había pegado bien fuerte. Llegué al avituallamiento y me sentía mareado, los magníficos voluntarios me rellenaron los bidones mientras yo bebía un vaso de isotónico. Los que me habían alcanzado partieron pero no podía salir tan rápido, en ese estado lo mejor era tener la cabeza fría que antes no había tenido. Un voluntario sacó una botella de Coca Cola y me ofreció un vaso, lo cogí como si fuera el último que me fuera a tomar. Me sentó de maravilla, me eché agua en la cabeza y a continuar.

Últimos metros de ascensión
Ascensión a Melonares
Desde que se toma el cruce la carretera se torna en mal estado, los primeros metros son cortos repechos, luego se vuelve en un asfalto mas liso pero muy aspero. Ahí comencé a pensar que si llego a venir con la Romani hubiera sido un doble infierno. Justo al pasar el puente sobre el Río Viar comienza de verdad la ascensión. 5 kilómetros de pendiente uniforme en el que vas remontando el valle, otras veces admiro el paisaje pero en esta ocasión decidí mirar 4 metros hacía delante y subir, subir y subir.
En el segundo kilómetro de ascensión me día cuenta que estaba alcanzando a un compañero de la grupeta anterior, iba clavado y yo me comencé a encontrar mejor. Esta claro que se me dan mucho mejor las subidas largas y continuadas.
Llegando casi a la cima aparece mi hermano, como si de un ángel se tratara para volver a refrescarme y echarme agua en la cabeza. La temperatura superaba los 30º. Esos últimos ánimos me hicieron ponerme en pie apretando los dientes y sacando las fuerzas que me quedaban.
Rápido descenso hasta Castiblanco de los Arroyos en el cual estaba el último avituallamiento. Aunque las piernas las llevaba cascadísimas, había conseguido recuperarme y mi mente solo pensaba en superar aquellos 40 kilómetros que me separaban de la meta.


En el avituallamiento de Castiblanco alcancé a dos ciclistas y con ellos llegaría casi hasta la meta. Nos entendimos bien, relevándonos continuamente, charlando un poco y compartiendo las penurias que habíamos pasado. Logramos hacer los últimos kilómetros a una media por encima de los 30 km/h y acercarnos a Santiponce mientras veíamos a lo lejos lo cerca que estaba Sevilla.




En meta ya me esperaban mi mujer, mi niña, mi hermano y mi cuñada. Ese apoyo y cariño fueron fundamentales para completar la marcha. Bajar de las 7 horas en el tramo libre estuvo bien pero ser recibido por mi familia es la leche.

Llegué a la meta exhausto, me había entregado por encima de mis posibilidades, quizás jugando con fuego demasiado tiempo. El ritmo del comienzo de la prueba me dejó mermado para la segunda mitad pero también supe sufrir y aguantar el pajarón. Muchas cosas que aún me quedan por aprender y mejorar, llevo muy poco tiempo con la bici pero mi motivación no es quedar primero, es superarme a mi mismo. Una marcha muy dura, el clima aportó su granito, con un terreno rompepiernas y unos primeros 100 kms. siempre picando hacía arriba para luego pasar por un terreno pestoso que merma hasta llegar a Melonares, última dificultad importante de la ruta.
La nueva bici fue parte fundamental en haber podido completar la marcha en ese tiempo, es una autentica pasada montar en ella. La Romani me ha dado muchísimas satisfacciones pero aquí me hubiera dado mucho más trabajo...qué rápido se acostumbra uno al jamón.

Resultado de la clasificación

Pronto nuevos retos, habrá que aprovechar la preparación para El Infierno...

Video Resumen El Infierno 2013

3 comentarios:

Rafael Velis dijo...

Muy buena crónica y muy buena prueba, yo hice la corta y no quiero ni pensar lo que tuviste que sufrir en la larga. Un saludo desde Sevilla.

antoniojpan dijo...

Uf, 210 km, no quiero ni pensarlo.
Por cierto, he visto que estás inscrito para este domingo en Benalup. Espero que nos veamos.

JuanBo dijo...

Figu muy agradecido por tu comentario. La verdad es que fue durillo, lo bueno es que me sirvió para conocer una parte de Sevilla que era totalmente desconocida para mi. Habrá que volver.

Antonio no tenía claro de apuntarme hasta el martes porque no sabía como me iba a encontrar después de El Infierno. Así que este domingo nos veremos por Benalup, salúdame que ya sabes el maillot que llevo. He visto que la participación es bastante buena así que habrá un buen pelotón.